viernes, 3 de febrero de 2012

¿Te sometes?

Eclesiastés 10:1
Un pequeño error puede pesar más que gran sabiduría y honra

Últimamente he hecho alguna que otra confesión por aquí acerca de mi persona. Pues hoy no va a ser menos y voy a hacer una más. Soy una persona a la que le cuesta mucho estar por debajo de alguien. He nacido con una serie de características y con una personalidad que siempre me ha llevado a ser el líder de las personas que tengo a mi alrededor. Siempre he estado acostumbrado a ser quien decida lo que se hace, o lo que se deja de hacer. A llevar la iniciativa, y ser yo el responsable de todas las cosas. Siempre he estado al frente de proyectos e iniciativas nuevas, incluso alguna vez de ministerios para Dios.
Por eso mismo, siempre me he rodeado de gente que de manera natural han estado por debajo de mí. Y ojo. Esto puede sonar muy feo. No estoy queriendo decir ni mucho menos que esas personas sean peores y yo sea mejor. En absoluto. Incluso en demasiados casos esas personas me dan mil vueltas. Pero Dios me ha dado un don liderazgo que desde pequeñito he ido utilizando, unas veces para mal e influenciar en personas a mi gusto, y últimamente haciéndolo para servir a Dios.
Esto me ha llevado a escuchar cosas como: “que bien que lo haces moi”, “lo estás llevando genial moi”, “eres un crack tio” y cosas por el estilo. Y como es natural, me he regodeado en mi capacidad. En una capacidad que ni siquiera es mía, es algo que Dios me ha dado para que lo use para Su gloria. Y gracias a Él puede ser así.
Pero cuantas más alabanzas y halagos estaba recibiendo, Dios va y me pone en un lugar donde ya no soy yo quien está al frente. Ahora hay otra persona que decide y es la responsable de lo que sucede. Y para mí no es nada fácil someterme a esa persona. Incluso ha habido momentos de conflicto por mi incapacidad de sometimiento. Hasta que ha llegado un punto dónde hay que decidir. Hay que decidir si sigo en un ministerio en el que soy consciente que no soy yo el que dirige y organiza, y por lo tanto debo aprender a someterme, o por el contrario me voy por mi incapacidad. Hablando con Dios y pidiendo sabiduría, me ha puesto el versículo de arriba: Un pequeño error puede pesar más que gran sabiduría y honra.
Por lo tanto, he visto que debo permanecer bajo la dirección de esa persona, y asumir que Dios quiere ayudarme a que aprenda a someterme a otros. A trabajar la humildad y la sabiduría. A no creerme más que nadie ni más capaz, y eso solamente se trabaja de una manera práctica. Como decíamos hace algunas publicaciones atrás, si pides algo a Dios, Dios no te lo va a dar, te va a dar la oportunidad para que trabajes eso que has pedido. Pues que así sea. Trabajemos humidad y sometimiento.

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