martes, 3 de abril de 2012

Expresar y Escuchar





Si alguno tiene oídos para oír, oiga.
          Marcos 4:23


¿Me pasas esa brtykj de pipas? ¿Una bolsa de qué?

Con este chiste tan absurdo arranco el devocional de hoy. Como has podido ver el tema de hoy no es uno, sino dos. Porque aunque tienen que ver entre sí, y sin uno el otro no funciona, van por separado.

Empecemos por el arte de saber expresarse. Saber expresarse correctamente es una cosa muy importante a la hora de poder comunicarte con éxito con alguien. Hay que saber escoger las palabras, la
manera de decirlas, saber a quién se lo estás diciendo, avanzarte a sus posibles reacciones y ser claro y preciso en lo que quieres transmitir. A veces hacemos todo lo anterior pero nos olvidamos de ser claros en lo que queremos decir porque queremos guardar las formas. Nos fijamos más en que la otra persona no reaccione mal ante lo que le podamos decir que en decir verdaderamente lo que queremos. Tampoco es eso. Se trata únicamente de hacer llegar un mensaje asegurándote de que está llegando a tu receptor y que la manera en que está llegando es la mejor. Eso se sabe si es así siendo honesto con uno mismo.

No menos importante es el arte de saber escuchar. Si mi interlocutor se está esforzando al máximo por expresarse de la mejor manera posible y encima lo está consiguiendo y yo desde el principio voy con una mala actitud, no sirve de nada el esfuerzo que él está haciendo. Porque sí, escuchar es en un alto porcentaje tener una buena actitud. Yo tengo que esforzarme también por querer entender lo que me están intentando decir. Tengo que tener en cuenta el mensaje global que estoy recibiendo. Tengo que saber quién me lo está emitiendo. Tengo que saber el porqué, y tengo que poner de mi parte para que ese dialogo tenga éxito.

Como veíamos en el chiste al principio del devocional, es tan importante expresarse bien como escuchar bien. Muchas veces somos nosotros quienes creamos malentendidos o malos royos donde no los hay. Simplemente porque no hemos cuidado nuestra boca o nuestro oído. 

Jesús siempre fue ejemplar en su manera de dirigirse a las personas. Daba igual si eran sus discípulos, gente del pueblo o los mismos fariseos. Su mensaje siempre quedaba claro, y nunca daba lugar a malentendidos. También sabía escuchar. Aunque no estuviese de acuerdo con algo, pacientemente escuchaba lo que le decían y después respondía de la mejor manera.
Jesús debe ser nuestro referente en todo, y en la manera en que nos comunicamos también.


1 comentarios:

Alex Prats dijo...

Gracias por el devocional de hoy :) Ha sido de gran ayuda!

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