miércoles, 1 de febrero de 2012

¿Quién dijo que fuera fácil?



 Romanos 12:12
Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento y perseveren en la oración.

Luchamos a diario, sea por encontrar un trabajo, por aprobar un examen, por cuidar la relación con nuestra pareja, por cambiar aspectos de tu vida, por solucionar algún problema inesperado, etc., y todo esto conlleva a un esfuerzo, incluso a veces sacrificamos lo más valioso para dedicarle tiempo.

Es cierto que en ocasiones podemos fracasar, o más bien no consigamos aquello que esperábamos, o de la forma que deseábamos, y la frustración o la tristeza nos impide avanzar, perdiendo la esperanza, y abandonando el rumbo que iniciamos. ¿Por qué?

Personalmente, cuando me encuentro en alguna situación hostil suelo rendirme. Pienso que me he esforzado mucho, que he sacrificado cosas muy importantes, y la frustración (como he dicho antes) me hace sentir débil, derrotado y finalmente me rindo.
El versículo que aparece en romanos 12:12 (indicado arriba), contiene tres ideas claves, que en momentos dificultosos me animan y me ayudan a superar aquella situación: ALÉGRENSE, PACIENCIA, y PERSERVERAR.  

Y cuando leo este versículo pienso que debo de seguir corriendo aquella carrera que inicié, que debo de seguir avanzando, no debiendo permitir que nada me frene, que posiblemente aparezcan dificultades, pero debo de ser valiente y superar cualquier obstáculo que me encuentre en el camino, que depende de mí, de nadie más,  y posiblemente esto conlleve a que sufra cansancio, desganas, dolores de cabeza, ganas de abandonar, pero Dios me ayudará, me dará fuerzas (Isaías 40:29-31), Él correrá a mi lado, él me sostendrá cuando esté fatigado, cuando mis fuerzas flaqueen ÉL ESTARÁ CONMIGO.

Dios escucha mis oraciones, mis peticiones, y por eso no debo preocuparme, porque YO he confiado en Él.

Por esto, cuando iniciemos nuestro camino hacia la meta debemos de estar alegres porque la esperanza que tenemos va más allá de las dificultades, y esta basada en las promesas de Dios, cosa que debe de darnos alegría. Tenemos que tener una actitud persistente, soportando las dificultades que puedan asombrarnos, no dándonos por vencidos, entregándonos en la oración, y afirmándonos en ella, porque la oración requiere esfuerzo y persistencia. 


 
Aquellos que no se arriesgan no sufrirán derrotas, sin embargo, nunca tendrán victorias. Richard Nixon.

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