"El eterno Dios es tu refugio, su eterno poder es tu apoyo..."
Deuteronomio 33:27
Durante
estos días se ha vivido una gran emoción entre las personas, ya que son varios
los partidos de fútbol que se disputaban tanto el Liga como en Champions.
Constantemente mis compañeros, amigos y familiares hablaban sobre los partidos
de fútbol que se iban a jugar.
Cuando llegaba la jornada los aficionados
vestían con camisetas de sus equipos, y por los balcones se veían bufandas o
banderas. Es emocionante ver a tantas personas cantar el himno de su equipo, o
notar la impaciencia y los nervios cuando pitaba el silbido que daba comienzo
al partido. Si el resultado no era el esperado se veían caras largas, tristeza
en los ojos de algunos o incluso enfados, pero en cambio si ganaba su equipo se
escuchaban cantos, se veían sonrisas e ilusión.
En
cambio no sucede lo mismo cuando hablamos de Jesús. Muchos son los que ignoran
o discuten sobre su existencia, rechazando la gran mayoría escuchar simplemente
su nombre. Suelen llevarlo junto con teorías filosóficas, confundiendo
conceptos y realidades. Y otros si aceptan hablar de Jesús pero no muestran el
mismo entusiasmo o ilusión como cuando se habla de tu equipo de futbol
favorito.
Podemos
dedicar horas y horas viendo programas de televisión que hablen de deporte,
leer los apartados de deporte que muestran los periódicos, o incluso escuchar
la radio cuando comparten la tertulia de la jornada futbolística. Muchos lloran
cuando gana o pierde su equipo, otros discuten y se pelean por su equipo. ¿Por
qué no nos comportamos de la misma manera cuando hablamos de Jesús?
No es
malo tener una afición y dedicar tiempo a ella, pero si se convierte en algo
perjudicable cuando ese comportamiento resta tu tiempo de relación con Dios. Tu
relación con Él es imprescindible en tu vida, es lo más importante y debe ser la
prioridad en tu día a día. ¿Qué sensación tendrá Dios cuando vea que mostramos
más interés en otras cosas en vez de a Él? Y no debemos de dedicarle tiempo a
Dios para que esté contento, sino porque es necesario para nuestra propia vida.
Porque la carrera que proseguimos es constante, es una lucha continua. No
podemos olvidar o no mostrar interés sobre la muerte de Jesús, y de todo
aquello que nos indica en la Biblia.
Es
bueno tener aficiones, pero evita que éstas entorpezcan tu relación con Dios.
Él es más que una simple afición.
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