domingo, 1 de abril de 2012

¿De quién escucho consejo?

                        

Oirá el sabio y aumentará el saber, Y el entendido adquirorá consejo.
                    Proverbios 1:5

A muchos de nosotros no nos gusta escuchar que otros nos digan lo que tenemos que hacer. De hecho, creo que a poca gente le gusta oír que tiene que hacer algo simplemente porque alguien se lo está diciendo. Si embargo la historia cambia bastante cuando nos paramos a pensar en quién nos lo está diciendo y quién no. Depende de la persona que no esté mandando o aconsejando, la cosa cambia radicalmente. Y aquí quiero hacer un inciso: ¿qué diferencia real hay entre mandar hacer algo y aconsejar? ¿Las dos son malas?
Para empezar creo que existe diferencia entre mandar hacer algo y aconsejar. Así a primera vista sin dudar lo de “mandar hacer algo” no parece bueno. Parece imposición, y nos han enseñado desde pequeños que las imposiciones nunca son buenas.  Sin embargo, creo que hay algún pero en este tema. Si esa persona que te está mandando hacer lo que quiera que sea es alguien que te quiere, que te tiene aprecio y no menos importante que también te conoce, la cosa creo que cambia. Sin duda si esa persona reúne todos esos requisitos, lo que te esté mandando, por mucho que te choque o te suene a imposición, será algo que aunque tú en ese mismo momento no entiendas  será para tu bien. Las personas que nos quieren, personalmente considero que pueden ordenarnos hacer y dejar de hacer según qué cosas, ya que nos conocen y nos quieren mejor que la mayoría y si nos están diciendo eso es porque están pensando en nuestro bien.
Y creo que existe diferencia entre eso y aconsejar. Un consejo huye de la imposición. Un consejo es lo típico que siempre hemos escuchado que un padre o un amigo puede darnos, y precisamente ponemos esos ejemplos porque son de las personas que más pueden llegar a queremos en este mundo. Y de repente se parece bastante a lo anterior ¿verdad? Si embargo un consejo como he dicho antes, a priori huye de la imposición. Es simplemente una recomendación que nos  hace alguien (no necesariamente alguien que nos quiera) para intentar ayudarnos a elegir entre algo en lo que estamos dudando. Es un regalo, una sugerencia. Algo que si quieres coger perfecto, y si no perfecto también.
La clave de la cuestión radica en que normalmente solemos escuchar consejos y mandatos de gente que nos quiere (es importante distinguir quién lo hace y quién no) y debemos tener en cuenta que esos consejos y mandatos son o deben ser por nuestro bien. Y mucho más importante aún es que esas personas que nos aconsejen o nos manden hacer algo, a parte de queremos y conocernos sean personas de Dios. Sean personas que tengan una relación estrecha con Dios, ya que si es así sin duda serán consejos y órdenes llenos de sabiduría.
Ten siempre en cuenta que las personas de las que te rodeas influyen en tu vida. En tus decisiones, en tus pensamientos y en tus acciones. Rodéate de gente de Dios, ya que entonces cualquier consejo u orden te sabrá a gloria.

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