viernes, 22 de junio de 2012

Ponte el citurón

 
Encomienda a Jehová tu camino,
y confía en él; y él hará.
Salmos 37: 5


En esta breve pero intensa vida, nos da tiempo a evolucionar completamente, pero nos cuesta avanzar en nuestra compresión de la realidad como humanos. Nos cuesta permanentemente estar acorde con nuestro objetivo en esta vida, para aquellos que deciden vivir y experimentar a cristo más allá de ser espectadores desde una silla: señalar hacía Él, glorificarlo.
Y a pesar de todo, seguimos creyendo muchas veces que tenemos el control de esta vida. Pero la lección la vamos aprendiendo cuando vienen esos golpes que nos hacen tambalear y vemos que realmente tenemos bien poco en nuestra mano para decidir.
La vida es frágil, y lo vemos más claro con un bebé, ¿verdad? Ese momento en que cojes a un recién nacido de un familiar o un amigo y te dicen eso de "cuidado, eh?" Eso siempre me hizo pensar lo frágil que era aquel recién nacido, pero nunca encontré la respuesta a cuándo uno deja de ser frágil en esta vida. Al fin y al cabo, un resbalón, una caída, un pequeño golpe, un desafortunado puede acabar con la vida instantáneamente. La vida siempre es frágil y nunca está bajo control.

Los hechos pueden hacerte ver cuán controlada tienes tu vida. Si hechas un vistazo a tu interior, ¿Qué cosas reconoces que no las puedes controlar? ¿Acaso son tus miedos? ¿Tienes un ideal de vida perfecta con tu familia o tu futuro y solo haces que luchar y no conseguirlo? Reconócelo: tu también eres humano y esta vida es difícil de controlar. 
Cuando nos damos cuenta de lo poco que podemos hacer de bueno para nuestra vida, es tiempo de acudir a Dios en busca de ayuda. ¿Acaso si la vida fuese tranquila y domimable por nosotros necesitaríamos que Dios tomáse el control de ella? Es por eso mismo que una visita nos va bien cada X tiempo para volverle a dar las riendas de nuestra vida. Y eso no tiene que causarnos dolor, no estamos perdiendo nuestra vida; estamos dándole una garantía de una vida con sentido si el mismo que se preocupó por crearla la dirije pasito a paso.
No te abstiene de turbulencias, es más, habrá sacudidas con potencia ya que vendrán de Él, pero la diferencia es que siempre lleva a buen puerto. Siempre.

Podemos creer en Dios por muchos años pero ser controladores de nuestra vida y tener un recorrido llano, o ceder las riendas a Dios para abrocharnos el cinturón y prepararnos a una vida de aventura, con subidas y bajadas, pero encaminada y constantemente glorificando a Dios.

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