viernes, 6 de julio de 2012

Corazón examinado

Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perbersidad
Salmo 139-23:24

Esas palabras de David eran un suplício a Dios, pero lo cierto es que Él ya nos dijo que escudriña nuestra mente en Jeremías 17:10. Penetra en nosotros y lo examina todo. ¿Resulta incómodo?
 Permanecer en el pecado tiene una consecuencia directa en nosotros imposible de visualizar. Llega a contaminar y a arraigarse a lo más profundo que tengamos de una manera oscura y misteriosa. Además, normalmente para coseguir esto el pecado se esta disfrazando con astúcia y sutileza, de forma que podamos confundirlo o quizás de forma que no le demos tanta importancia por su aparente inofensibilidad.

Pero es bueno desear que el Espíritu Santo escudriñe nuestro interior, aquello dónde más nos duele ser vistos. ¿No te parece bueno que alguien venga a ayudarte iluminando con una linterna los rincones más oscuros que no eres capaz de ver? Tranquilo, no lo hace para dejar la linterna en el suelo iluminando ese rincón y echarse a reír; sino más bien, quiere ayudarte a destruir esa oscuridad juntos. Sin embargo, los que esconden un pecado secreto no quieren ser convencidos, examinados ni sondeados. No quieren que nadie se preocupe por si hay o deja de haber algún rincón poco iluminado dentro suyo, al fin y al cabo, es cuestión suya, dicen.
Quiero compartir algo con vosotros, en confianza, para que juntos podamos arrojar luz a esto que os presento.
En el tabernáculo del antiguo testamento sabemos que las formas y los rituales de cómo hacer las cosas y de cómo entrar al tempo eran muy palpables. Ilustremoslo cómo un claro ejemplo de la relación que tendría que tener la iglesia con Dios: en la parte externa, se sacrificaba un animal y su sangre permitía cubrir el pecado en forma de gratitud y ofrenda a Dios; pero me gusta el detalle que descubrí hace poco y es que allí también había un lugar reservado para lavarse la cara, dónde se realizaba la purificación. Imposible entrar al aposento interior, al lugar santísimo, para estar con Dios cara a cara, si no te habías lavado primeramente.
En cambio, hoy en día lo único que vemos es un "simplemente acercate al altar, y confía en lo que Jesús hizo un día por ti. Ahora ya puedes entrar de cualquier manera a su presencia porque Él siempre te está esperando. Tu pecado queda cubierto por su sangre, y no intentes hacer del pecado algo principal, porque solo despertarás amargura y culpabilidad hacía ti"
Las prisas no son buenas, y menos para entrar a compartir con Dios estando cargados de pecados y cogidos a Él. Ojo! No estoy diciendo que no presentemos nuestras manchas a Dios, porque precisamente él es quien nos limpia, sino que lo que digo es que no seamos injustos. Tengamos comunión con Él, NO andando en tinieblas sino siendo Luz ya que su sangre nos limpió.

Estaremos de acuerdo en que el corazón inclinado hacia Dios anhela algo más que una capa o una seguridad cubriendo su pecado. El corazón perfecto ansía con muchas ganas siempre su presencia y descubrirla. Debemos empezar por la cobertura, continuar por el lavamiento (purificación), compromiso y finalmente comunión.

¿Quién estará en su lugar Santo? El limpio de manos y un corazón puro (...) Él recibirá la bendición de Dios" Salmo 24:3-5

1 comentarios:

abel dijo...

Examiname oh Dios mio, ayudame a ser transparente y ser luz para los que me rodean!!

Publicar un comentario

¿Qué piensas acerca de este mensaje?