miércoles, 4 de julio de 2012

Íntimo


Solo una cosa es necesaria
Lucas 10:42

Aquel patio era un oasis en medio de la sonora ciudad, un remanso de descanso. Llegando del polvoriento desierto, cegado por un Sol insaciable, aquel era el mejor refugio. Fresco y lleno de vida.
Sin esperarlo, mientras María descansaba a la sombra recordando cómo había cambiado desde que encontró a Jesús, allí entro Él. María estaba conmocionada y fuera de si. Como en un sueño saboreaba el privilegio de verlo de nuevo, de cerca y además de escucharlo.
Mientras Marta no puede ocultar la turbación que le produce el contratiempo de la inesperada llegada, María le tiende el agua y las toallas para que se refresque. No sabe cómo atender mejor a este hombre excepcional, que también necesita descansar un poco. Jesús se sienta en la parte más cómoda del patio excelentemente decorado y cuidado y María, riéndo de satisfacción lo único que hace es sentarse en el suelo, a sus pies, como un discípulo más.
A Marta le molesta que la observen en lo que considera su intimidad, su casa; una vez más, María le causa problemas. Así que justo cuando más le necesita, le deja a ella todo el trabajo. Marta intenta llamar la atención de su hermana para que la ayude. Hace ruidos con las cacerolas, le hace señas. Pasa por su lado y la roza, la empuja. Ofuscada por el resentimiento llega a olvidar la cortesía hacia Jesús, y estalla interrumpiendo a su huésped. 
-Señor, ¿no te parece mal que mi hermana esté ahí sentada mientras yo preparo todo? Dile que venga a ayudarme...
A pesar de conocer bien a las hermanas, y aunque así lo parezca, no comete el error de tomar partido por una de ellas y justificar su actitud. Sabe que todo es justificable desde algún punto de vista, por eso desplaza la discursión a otro terreno, el terreno de los valores.
-Marta, te preocupas demasiado por esas cosas habiendo una más necesaria. Aunque te sorprenda, María ha escogido la mejor parte y nadie podrá quitársela.
Y es que a Jesús no le falta razón: en vez de aprovechar la oportunidad de gozar de Jesús, invierte el tiempo tirándolo en ocupaciones y reacciona agresivamente porque su realidad está algo perturbada. De hecho, antepone una mesa bien puesta y una comida bien hecha a una conversación con Jesús. Él le muestra que sus actividades, aun siendo buenas, la privan de algo mejor.
La vida espiritual toma dos claras posiciones en los ejemplos de Marta y María.
A María le interesa estar con Jesús. Su presencia le proporciona Paz y Vida. Es feliz porque escucha y aprende del mejor. En cambio, Marta está siendo absorbida por su trabajo y no llega a ver eso. Se queja preocupandose y estándo en contra de su propia hermana. Cuando falta lo esencial, la paz no es posible. Por eso Marta, cuanto más se esfuerza más sufre. Su irritación destapa la distancia entre ella y Jesús, y sus hechos demuestran que en vez de acercarle a Jesús, le están alejando indirectamente.
María,  al ser consciente de que tiene mucho por aprender, se desvive por que el maestro le enseñe. Lo poco que conoce de Él ha sido suficiente para transformar su vida. Sabe por experiencia que Él prefiere DAR que RECIBIR.

Jesús viene en cualquier momento a visitarnos como a ellas, y a menudo estamos muy ocupados con nuestras cosas. No nos queda tiempo para estar con Él porque tenemos muchas cosas que hacer. Quizás, insconcientemente nos resistimos a encontrarnos con Él a solas, porque sabemos que su influencia puede ser decisiva.
En un mundo donde prevalecen los valores materiales sobre los espirituales y humanos, es difícil vivir plenamente. Sufrimos superficialidad. Quizás como Marta, lo que más necesitamos es simplemente hacer un alto. Escoger, esa parte que nadie podrá quitarnos nunca, y encontrarnos con Jesús.

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