sábado, 14 de abril de 2012

La lengua: el gran timón.


“Fíjense también en los barcos. A pesar de ser tan grandes y de ser impulsados por fuertes vientos, se gobiernan por un pequeño timón a voluntad del piloto. Así también la lengua es un miembro muy pequeño del cuerpo, pero hace alarde de grandes hazañas. ¡Imaginaos qué gran bosque se incendia con tan pequeña chispa!”
 Santiago 3:4-6
En este capitulo 3 de santiago es impresionante la relevancia que le da a la lengua, sobre todo hace hincapié en lo difícil que resulta controlarla. Dice que aquel que pueda controlarla puede controlar también todo su cuerpo, es decir, si se puede domar los impulsos de las palabras se pueden gobernar cualquier otro impulso negativo de nuestras vidas. “Quién hace esto es varón perfecto”, (Sg. 3:2) que se refiere a ser maduro espiritualmente.

Haciendo un paralelismo, nosotros gobernamos nuestras vidas con las palabras, que son el timón, el mando, hablamos hacia donde nos dirigimos, hacia donde vamos. Todo lo que digamos, expresa todo lo que pensamos, sentimos y todo lo que hay en nuestro corazón. En definitiva somos lo que decimos. Por esto debemos saber usar las palabra, al cambiar nuestros pensamientos, al tener fe y disciplinar nuestro corazón comienzan a cambiar nuestras palabras y por ende comienza a cambiar nuestra vida.
Es necesario el recordar que necesitamos tener cuidado con lo que decimos. Nuestro vocabulario tiene que reflejar aquello de lo que te nutres, aquella que es tu base. 
Muchos creemos en el poder de bendecir con palabras, e incluso utilizando el verbo "bendecir" al hablar. Si tú también lo crees, ¿porqué no ibas a creer en maldecir? Cuando alguien maldice con odio, al contrario que bendecir, desata todo lo inmundo que intentará destruir. Una sola palabra dura puede trastornar el corazón y los pensamientos de una persona que luego habrá que sanar y no es que sea fácil precisamente... Si vamos al referente, al patrón, vemos como Jesús usaba la palabra para sanar, para echar fuera demonios, para enseñar y esa palabra la que nosotros oímos, creemos y luego confesamos y lo recibimos. 
Es difícil hablar de todo esto, pero pon de tu parte: los hechiceros usan oraciones para maldecir y atar, hacen oraciones de conjuros para traer enfermedad y hacer invocaciones a espíritus malignos para propósitos malvados, entonces si el enemigo puede dañar de esta manera ¿Cuánto más el Señor todopoderoso podrá hacer a favor de sus hijos? Comienza a declarar en fe todas las promesas de Dios. 
¿Alguna vez te has tirado encima alguna efermedad que persiste en tu família, o alguna degeneración física? Yo mismo, hago esto mismo!! Conozco alguien que decía que su madre tuvo cáncer de piel y que seguramente ella también tendría cáncer de piel. Lo decía cada rato, lo confesaba porque lo creía, estaba como convencida que eso malo le iba a suceder, que lo empezó a asimilar. Finalmente lo tuvo, y la verdad no me atrevería a decir si su constante negatividad (Fe negativa) ayudó o no; lo dejo a tu pensar.
En definitiva, nos tiene que gustar hablar para edificación, tenemos que bendecir. Todo lo que hablemos traerá frutos buenos o malos: “El que la ama (a la lengua) comerá de sus frutos” (Pr. 18:21)

Tu vida puede cambiar si comienzas a resistir la queja, la incredulidad, la duda y cosechas palabras de fe y sanidad.