martes, 15 de mayo de 2012

Un duro silencio

Dios lo dejó para probarle, para hacer conocer todo lo que estaba en su corazón. 
2ª Crónicas 32:31

Nadie duda que el poder de las palabras es enorme pero, ¿ Y el poder del silencio? A veces me pregunto qué duele más: ¿un silencio o una palabra?
Dios habla, pero también se silencia hacia nosotros. Encontrarse con el silencio de Dios es realmente duro. 
Quizás te veas reflejad@ cuando te diga que me ha costado pasar los tiempos  o temporadas de confusión y sin ninguna guía. En esos tiempos, el dulce susurro de Dios se silencia y mis oídos escuchan de todo menos eso. A lo mejor tus planes se están desmontado y tampoco tienes nadie quien pueda darte una palabra de consejo; ¿Te sientes sólo en medio de la multitud?  
¿Está siendo difícil encontrar el camino y cometes un error tras otro? ¿La desesperación empieza a correr por tu interior y clamas al cielo dándote cuenta que este no era el camino que querias tomar?
Pero hay algo bueno en clamar al cielo diciendo eso, y es que rectificas de forma positiva. Esa confusión nos la encontramos todos cuando Dios nos empieza a poner a prueba nuestro compromiso con Él.
El reclutamiento viene cuando parece que Dios se ha escondido de nosotros, y aún nos causa mayor herida el ver cómo ninguno de nuestros amigos parece comprender de verdad lo que estamos experimentando.

¿Es posible que Dios nos esté dando un empujón y dejarnos ir solos unos metros para enseñarnos a confiar y a depender de Él?
Estoy seguro de que puedes afirmar que Jesús a sido lo más real y lo más palpable en tu vida en un tiempo concreto. En contrapartida, también podrás afirmar que a veces, has sentido que puedes hacer bien poco por entrar en el cielo.

El que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias"
Salmo 103:4

Él promete que en nuestros tiempos de reclutamiento nos mostrará una amorosa misericordia. En tiempos en  que el gozo en Dios brilla por su ausencia, temes que vas a caer en el pecado y perder el contacto con Dios, ÉL NO ESTÁ ENFADADO CONTIGO. El descuido de la oración y del hambre de Él provocan en nosotros una sensación de fracaso y un gran temor a tropezar.

Solamente maténte firme. Domina tu propia tormenta. Cuando el enemigo llegue como una inundación, el Espíritu del Señor levantará un estandarte contra Él.
Isaías 59:19

1 comentarios:

Abel dijo...

Bones paraules Amen !!!

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