lunes, 15 de abril de 2013

Un Jesús revolucionario. Un evangelio impactante.

Cuando Jesús se fue de allí vio a un hombre llamado Mateo, sentado en la oficina de tributos y le dijo "Sígueme!" Y él se levantó y le siguió.

Tu y yo somos lo hemos hecho sin darnos cuenta. Nuestras pasadas generaciones lo hicieron y probablemente las siguientes lo hagan. A veces me pregunto si el evangelio que tenemos hoy día es el que Jesús nos dejó. Me explico, me pregunto si la revolución que Jesús vino a despertar se ha convertido en algo únicamente escrito sobre papel y que muchos conocen de carrerilla. Me pregunto si la proposición del evangelio en sus orígenes tenía tantas barreras como los no creyentes ven hoy en día. ¿ A quién va interesarle un estilo de vida que se basa en normas de cosas que puedes hacer y no puedes hacer ? El hecho está en que cuando alguien te pregunta en que crees, lo primero que hacen es lanzar sus dudas a cerca de "lo que tu religión te obliga hacer y lo que tu religión no te permite hacer" Realmente Jesús venía con esa idea? Sin duda hay diferencias entre su visión y lo que estamos experimentando hoy en día.
Todos conocemos las mil y una maneras en que Jesús ilustró el evangelio, la relación entre Dios y nosotros. Continuamente repetía que su padre era el Padre y nosotros los hijos. Jesús buscaba la mejor manera de hacernos entender que había una RELACIÓN de simbiosi y una entrega TOTAL de parte del propio Jesús y Dios hacia nosotros. A Jesús le importaba que nosotros éramos AMADOS por el Padre y que únicamente buscaba una relación sencillamente IMPRESIONANTE. Jesús explicó que él era la vid y nosotros los pámpanos. La vid no instruye ni machaca con órdenes ni exige un rendimiento óptimo a sus pámpanos, sino que los pámpanos son parte INTERNA del cuerpo y la vid da la VIDA para ellos. En esta línea, Juan 10 habla a cerca de que las ovejas reconocen la voz de su pastor y le siguen. No es el pastor quien las pone a prueba y escoge a las mejores, ni tampoco les pone condiciones para que le sigan. Él habla y todas se colocan y se redireccionan hacia el pastor.

De la misma manera, si nuestra forma de acercarnos al cristianismo es meramente un cumplimiento de leyes impuestas, dejaremos de lado la invitación de seguirle. Él la ofrece a todos sin condición. Jesús rompió esquemas acercándose a los más rechazados de su sociedad, pero aún rompió más cuando se acercó a ese odiado recaudador de impuestos que afixiaba con sus exigencias al propio pueblo de Jesús y le dijo simplemente: SÍGUEME. Jesús podía haberle dicho de todo al llegar delante suyo. Me pregunto qué le hubieras dicho tú si fueses Jesús a ese ser tan rechazado y odiado cuando sabes que mucha de esa mala reputación se la ha ganado él mismo cómo recaudador. ¿Le hubieras pedido alguna condición? ¿Hubieses querido decirle todo lo que aquel pueblo que le odiaba nunca le dijo en voz alta delante de todos y quizás luego le hubieras dicho "sígueme"?  Le hubieses dado una lista de "Cosas que podrás hacer y cosas que no podrás hacer cuando me sigas"?

Jesús no le dijo nada de eso aún sabiendo todo el daño que había causado como recaudador de impuestos.
De todas formas, si Mateo hubiese visto primero esa lista de cosas que puede y no puede hacer, habría rechazado la invitación de Jesús, porque ¿A quién le interesa dejar de hacer aquello que le gusta hacer? Jesús invierte la manera de pensar de los fariseos, esos grandes estudiosos que conocían a la perfección el antiguo testamento y eran los reyes de la religión. Para todo tenían ritos y acceder a Jesús era algo extremadamente complicado. Jesús en cambio viene y presenta el evangelio cómo un proceso interno en que, como la vid, si permaneces junto a Él, sin darte cuenta con el tiempo darás tu fruto.

Los fariseos te decían "Cambia y podrás unirte a nosotros." En cambio, Jesús le dijo a Mateo y te dice a ti "Únete a nosotros y cambiarás!"




1 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Pau:
Primero quiero felicitarte por tu mensaje. Muy bueno y muy interesante e importante para todo cristiano.
Mi pensamiento sobre esto y según mi propia experiencia es que cuando aceptas a Cristo de verdad en tu corazón y el Espiritu Santo entra en tu corazón todo se da casi sin darte cuenta. Cuando haces algo que va contra la voluntad de Dios es el Espiritu Santo quién te hace ver tu error. Además, no te sientes feliz haciendo cosas que no agradan a Cristo. Por lo menos es lo que me pasa a mi. No es algo que tengas que imponerte a ti mismo sino algo que va cambiando en tu interior y eso te hace diferente a los demás. Tus gustos, pensamientos y sentimientos se van acercando más a Dios y se van alejando más del mundo. Un saludo. Yo tengo un blog que te invito a visitar, recién lo acabo de abrirm sólo tengo un mensaje pero poco a poco iré complentadolo. Es: ysermujercristiana.blogspot.com.es

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