miércoles, 11 de enero de 2012

Estimado sufrir:

Isaías 40:29
El da esfuerzo al cansado,
y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.

El sufrimiento, ya sea físico, emocional o mental, siempre lo consideramos como un intruso odiado, algo que no debería estar en nuestras vidas. ¿Hasta qué punto esto es cierto?
Realmente es difícil verle un lado positivo al sufrir. Quizás lo consigas, pero déjame decirte que no vale hacerlo de una manera forzada. Pero el propio sufrir me ha enseñado algo en mi corta vida, y es que el primer paso para curarlo no es huir de él, sino plantarle cara y acogerlo. Salir a encontrarme con él sin pensar que él es superior a mí, porque realmente no lo es.
Para hacer esto, debemos hacer amistad con nuestro mayor enemigo que tengamos en nuestras luchas interiores, y reclamarlo como un amigo íntimo. Sólo así se puede empezar a mirar el sufrimiento con simpatía. Muchas veces, la curación no se lleva a cabo en mí porque no quiero reconocer el dolor. Escapar del dolor no es la solución (además de que es imposible); debemos aprender a confiar en que seremos capaces de vivir con él. Por medio de él y conviviendo juntos, podrás hacerte más fuerte. Y es que todo esto no tiene por qué ser un obstáculo para la paz y el gozo que deseamos, sino que debe ser el camino. El auténtico aprecio que nos tenemos, se expresa apoyándonos unos a otros y así, transformar la ruptura en gozo.

La revolución viene a partir de que pongamos en practica esto. Cuando escuchamos con tranquilidad la voz del amado que nos llama, es posible vivir nuestra ruptura, sin la confirmación de que no tenemos valor, sino como de una oportunidad para agarrarnos a la bendición y el verdadero significado que poseemos.
Quizás sea tu condición que falten ánimos, fuerza de voluntad, recursos económicos, compañía, pareja...Quizás te sobre una gran peso de infravaloración o las tentaciones te avasallen. Sea como sea, todo ello nos esclavizan, pero cada cada vez que las confesamos abiertamente, y expresamos nuestra confianza en que Dios puede realmente librarnos de ellas, la fuente de sufrimiento se convierte en el mejor oasis de esperanza en nuestra lucha.



¿Cuán pequeño te sientes? Permíteme decirte cuán grande eres.

2 comentarios:

Abel dijo...

Sabemos pues que el camino es estrecho y angosto y en el sufrimiento esta el acercamiento a Dios y el nos da el perdon y la paz que necesitamos .

Anónimo dijo...

Dile tu a una madre que ha perdido a su hijo que vea el sufrimiento con simpatia...

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