miércoles, 8 de febrero de 2012

Mi relación con Dios (II)



Juan 15:1-2


«Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado.



Me gustaría empezar dándole importancia a algo que ayer olvidé comentar. Y es que el principal y verdadero interesado en mejorar esa relación eres tú. Tú y yo sabemos que Dios, como Dios que es, no nos necesita. Eso sí, nos ama profundamente como un Padre.
Pero lo que me preocupa realmente es la confusión de la raíz y el fruto de la verdadera fe y la espiritualidad cristiana. El fruto –las acciones– no son la base de tu cristianismo, como si todo lo que necesitas para ser un “verdadero cristiano” es ser un buena persona y un buen dador de propinas. El fruto de la progresiva semejanza a Cristo-viene de la raíz de una contemplación continua de su gloria (2 Corintios 3:18), y esa gloria es perfectamente revelada en Su Palabra (Jn. 17:17). El resultado de ese tiempo de conocerse, de ese profundo y más íntimo tiempo, es un siervo compasivo semejante a Cristo que ama a Dios y ama a su prójimo como a sí mismo.
Parándonos a pensar en lo que algunos dicen, si enfocarse en el fruto es la principal manera de “trabajar en tu relación con Dios,” realmente no necesitas a Jesús para ser un cristiano. ¿Para qué te hace falta? El hecho de que tu puedas mejorar tu relación con Dios, con el fin de convertirte en un ser humano más decente es simplemente justicia por obras. No dejar de ser un un disfraz piadoso con síntomas de grave egoísmo. Si hacemos esto, estaremos tratando de ser mejor humano. En ese momento, tu religión, tu creencia, tu sentido de vivir, se convierte en nada más que cualquier otro moralismo y, al fin y al cabo, justicia propia, que no pretende honrar a Cristo. Esto es anti-Evangelio.


¿Y porqué digo esto? ¿Cual es el verdadero evangelio? Pues creo que una posible respuesta sería más o menos esta: hemos fracasado totalmente en ser un ser humano decente, y seguiremos fracasando totalmente. Somos una persona más en todo la historia de la humanidad. ¿Cuánto crees que perdurará tu nombre en boca de los hermanos venideros? ¿5, 10, 20 años? Nos creemos principales actores de la película "la historia de la humanidad" cuando nuestra intervención a lo largo de todos esos miles de años, es de segundos. Y además, grandes hombres hicieron mucho más que nosotros y sus nombres siguen escuchándose hoy en día. Pero no esta todo perdido ni mucho menos. Todo toma sentido cuando me rindo a la misericordia de Cristo para perdón por corta que sea mi intervención en toda la historia, por corto que fuese mi papel. Y el perdón de Dios, a quien ofendimos severamente (Slm 51:4). 
Sonará paradójico, pero creo que Jesús constantemente nos dejaba ver que uno no puede convertirse en un ser humano más digno pretendiendo convertirse en un ser humano más digno. Sino que solo puedes llegar a ser un ser humano más "digno" teniendo a Cristo como objetivo. Y como tu sentido común te puede decir, es lógico que no puedas aspirar a Cristo sin verlo. Y no lo puedes ver ni experimentar sin Su Palabra y su Presencia.

El único tipo de actos de amor que glorifican a Dios, de hecho, las únicas acciones que son verdaderamente amorosas son los que se realizan precisamente porque los cristianos conocen que son perdonados gracias a Jesús y queremos demostrar el amor de Dios en Cristo para el mundo. Y también decir que querer compartir el mensaje de amor de Dios a los demás no es nada fácil. Cuando la raíz de tus "buenas obras" es una relación de adoración con él mismo, glorificará a Dios. 

Las cosas empezarán a cambiar. (1cor. 3:16)


2 comentarios:

andreu dijo...

Gracias!!!

andreu dijo...

Gracias!!

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