martes, 22 de mayo de 2012

RIN, RIN.





 Lucas 14:35
 El que tiene oídos para oír, oiga.

Son las 8:30 am., diez personas esperan sentadas tras aquella puerta a que mencionen su nombre. –Antonio Ramos, pase.
Mientras esperan sudores y nervios corretean por sus rostros, inquietos se miran unos a los otros. Miran el reloj impacientemente, deseando que los minutos pasen para poder volver a casa. Pero los nervios no se acabaran aquí sino que en el momento que oigan su nombre entrará a una sala, en la que será entrevistado por dos personas. De forma clara deberá de responder a las preguntas bajo la mirada de sus dos posibles jefes. Y después viene la despedida y un estrechamiento de manos, y la típica frase: “ya te llamaremos”.

Pasan los días, y tienes los nervios a flor de piel. Miras el teléfono, te aseguras que esté bien conectado, ves los minutos pasar, las manos te sudan y suena el teléfono: RIN, RIN. Eres el elegido. Si, de 200 candidatos que estuvieron sentados en aquellas diez sillas tú has sido el escogido.

Dios también te ha escogido a ti. De entre toda la humanidad te ha escogido a ti para una función en concreto. Te ha creado con todas aquellas cualidades necesarias para que puedas desempeñar su propósito. Pero, en vez de responder sueles ignorar su llamada, no teniendo una actitud entusiasta por su elección.

No tenemos entusiasmo ante el trabajo que Dios nos tiene preparado. Pero lo que si tenemos es un gran saco de excusas que ponemos frente a Él, siendo ésta nuestra justificación, ¿Debe de ser esta nuestra actitud? No podemos olvidar el motivo por el que estamos aquí. Vivimos por Él, y para Él. Antes de que naciéramos ya fuimos llamados, es decir, escogidos por Dios. Hay una frase que dice: “Incluso antes de que estuvieras en el vientre de tu madre ya fuiste escogido por Dios”. Dios te ha creado con las fuerzas suficientes para que puedas acarrear con aquel mandato. Reúnes las características suficientes para poder cumplir con ello. ¿Por qué solemos ignorar su voz? Somos pecadores, y como tales nos llama más la atención lo que el mundo nos ofrece antes que lo que Dios nos ha preparado. Antes responderemos a la llamada de una persona antes que a la de Dios, preferimos vivir de la manera que nos ofrece la sociedad, en vez de vivir en la voluntad de Dios. Y este tiene que ser un aspecto de lucha del día a día, persistiendo en la carrera para llegar a nuestra meta. ¿Cómo escucharle? Además de la Biblia, Dios puede hablarte de muchas otras maneras como por ejemplo a través de otras personas, sueños la oración…, pero primero “limpia tus oídos” y capacítate para poder escucharle.

Debemos de esperar a la llamada de Dios, y en el momento que oigamos “tengo preparado esto para ti” no esperes más, levántate y dile: “ahora voy”. Esta debe de ser nuestra actitud, somos sus hijos, Él es nuestro Creador, nuestro padre, nuestro salvador, y nuestros corazones deben de estar dispuestos a pagar el precio.


Él te está llamando, solo espera que cojas su llamada.

3 comentarios:

Abel dijo...

El murio x mi Yo vivire para Él.

Alex Prats dijo...

Gracias una vez más Abel por compartir con nosotros. Gran frase :)

Abel dijo...

Gracias a vosotros x vuestros devocionales ;)

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