martes, 24 de enero de 2012

¿Obedeces?


Tú, sin embargo, persiste en las cosas que has aprendido y de las cuales te convenciste, sabiendo de quiénes las has aprendido;
(2Ti 3:14)

y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden dar la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús.
(2Ti 3:15)

“-Hijo, friega los platos. –No quiero”. “Hija, baja a por el pan por favor. –Me da mucho palo”. Esta podría ser la conversación que unos padres pudiesen tener con sus hijos ¿verdad? Mira esta: “Hijo mío, obedéceme. –Me cuesta mucho…”.
¿Te sientes identificado? Pues ese eres tú. Esa es la conversación diaria que Dios tiene contigo. Pero tampoco te deprimas, conmigo también la tiene. Resulta que somos desobedientes por naturaleza. Nos atrae demasiado lo prohibido. El ejemplo más claro lo tenemos con Adán y Eva, cuando Dios les prohibió comer del árbol de la ciencia. ¿Ellos qué fue lo primero que hicieron? Pues comer del árbol.
Es curioso que sobre todo los que hemos crecido en una familia y un ambiente cristianos, cuando llegamos a cierta edad nos dan ganas de rebelarnos contra todo lo que hemos mamado de pequeñitos. Nos han estado enseñando siempre que blanco, blanco y blanco, y que negro era malo y prohibido. Y el resultado demasiadas veces es que negro se convierte en una opción demasiada fuerte a considerar, tan fuerte que la consideramos desde dentro. Acabamos haciendo negro. Acabamos siendo infieles a lo que nuestros padres y Dios mismo nos habían enseñado desde que éramos pequeños. Somos infieles por naturaleza.
Otro ejemplo claro es el de David. Dios le otorgó poder, gloria, sabiduría y belleza. Podía tener a la mujer que quisiera. Y vaya si lo hizo. Quiso tener a la mujer que le estaba prohibida. A la mujer de uno de sus mejores hombres. Fue infiel a lo que Dios le había mandado. Fue desobediente.
Y yo me pregunto: ¿qué hubiese pasado si David, o yo mismo, hubiésemos tenido presente lo que nuestros padres y nuestro Dios nos enseñaron, en el momento crucial antes de convertirnos en unos infieles desobedientes? Seguramente no habríamos caído en infidelidad. No habríamos caído en desobediencia.
Dios no es un Dios loco y desmedido. No nos pide que hagamos cosas que no podemos cumplir. Pero nos pide que para cumplir lo que Él nos pide, tengamos presente su Palabra. Si vivimos sin tener en cuenta lo que la Biblia nos dice, te aseguro que la vida no nos irá bien. Como dice el versículo: “desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden dar la sabiduría que lleva a la salvación…”. Aplica lo que has aprendido y lo que Dios te ha dejado en su Palabra. Sé obediente.

La fidelidad es obediencia. La obediencia sólo se consigue con la Palabra.

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