Alcanzando metas

Romanos 8:28 

Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.

Usain Bolt es oro olímpico en 100 metros lisos, siendo uno de los mejores atletas de todos nuestros tiempos. No es que conozca mucho su historial, pero sí que lo he visto en la televisión siendo coronado como campeón, o escuchado en la boca de varias personas nombrando su nombre. Lo que sí sé es que es un atleta que tiene su mirado en la meta. En el momento del disparo su mente únicamente piensa en llegar primero, y ser el vencedor de la carrera. 

¿Cuál es tu meta?

Los cristianos solemos confundir la meta que Dios nos ha propuesto con otra. Dios nos pone a disposición un montón de herramientas suficientes para alcanzar el propósito que ha confiado en nosotros. Y en vez de utilizarlas en base a lo que Él quiere, las utilizamos para lograr metas propias. 

El problema surge cuando consideramos que las habilidades que tenemos son porque nacemos con ellas, o porque las hemos ganado con nuestro propio esfuerzo y que por ello debemos de utilizarlas de la manera que a nosotros nos convengan. Nos proponemos alcanzar nuestras propias metas, pero ¿entonces donde está la finalidad de nuestra existencia?

Dios ha confiado en nosotros para que alcancemos una finalidad, creándonos de la manera necesaria para que podamos soportar el esfuerzo que implica. Esas herramientas o habilidades nacen con nosotros, pero porque DIOS la ha puesto en nuestra vida.

Hijos de Dios que somos debemos de proseguir en la carrera, utilizar nuestras capacidades para alcanzar su propósito, que nuestra razón de existir se base en su existencia, en DIOS.

Hay tiempo de retomar la actitud que muchas veces optamos. La mejor manera de saber si estamos acercándonos a donde quiere Dios que vayamos es preguntándole.

Tu meta es Dios.